miércoles, 22 de septiembre de 2010

“La bancarización masiva puede ayudar a evitar las salideras bancarias”

Así lo expresó el CP Marcelo Bondoni, presidente de Eglobal Argentina – Economía & Finanzas. Asimismo pone reparos en los alcances de la medida.


Las recientes medidas anunciadas desde el Banco Central de la República Argentina (BCRA), sin duda ayudarán a combatir las salideras bancarias, en tanto y en cuanto sean complementadas también con otras disposiciones que ayuden a una bancarización masiva y voluntaria.

Las medidas son destinadas a bancarizar trámites para evitar el manejo de dinero en efectivo: contemplan la concreción de una Cuenta Gratuita Universal, la reducción de comisiones en transferencias interbancarias y la reedición del cheque cancelatorio.

Desde el BCRA adelantaron que a partir de octubre próximo estará a disposición de la gente la Cuenta Universal Gratuita, mientras que desde noviembre se reducirán los costos de las transferencias interbancarias y a fines de noviembre se implementará el cheque cancelatorio para las operaciones en pesos o dólares destinadas a la compra-venta de propiedades.

En lo que respecta a la disminución de los costos en las transferencias interbancarias, el Banco Central detalló que pasarán a ser gratuitas las transferencias de hasta 10.000 pesos a través del sistema "home banking" (Internet) y cajeros automáticos.

La medida contempla también distintos topes máximos y el cobro de comisiones por extracciones en ventanilla, que en el caso del "home Banking" será hasta un 50 por ciento menor.

El Central también anunció la implementación del denominado "cheque cancelatorio" para desalentar las operaciones en efectivo que puedan ser pasibles de delitos.

A pedido del cliente, los bancos colocarán en el cheque cancelatorio el importe y la clase de moneda (dólares sólo para operaciones inmobiliarias) para ser entregado a la contraparte.

Los cheques cancelatorios sólo admitirán dos endosos para las personas físicas, mientras que las personas jurídicas estarán obligadas a depositar los cheques cancelatorios en sus cuentas y no podrán endosarlos, con lo cual pagarán el 1,2 por ciento del impuesto al crédito o al cheque.

“En este punto es donde desde Eglobal Argentina consideramos que se debe mejorar, disminuyendo fuertemente el efecto impositivo que actualmente tiene la operatoria bancaria”; indicó Bondoni. El llamado “impuesto al cheque” es un factor que expulsa a mucha gente de los bancos, sin mencionar las retenciones automáticas del impuesto a los ingresos brutos.

Reemplazar estas fuentes impositivas de ingresos por otras que no afecten la operatoria financiera, sin dudas daría un “shock” importante al mercado, junto con una bancarización masiva y voluntaria.

martes, 21 de septiembre de 2010

El crecimiento es heterogéneo y no lo perciben todos

Detrás del nivel de expansión hay ciertas condiciones y factores que no será fácil que se repitan y que no son iguales en cada sector.

Una tasa de crecimiento tan importante como la que señala el INDEC para el segundo trimestre de 2010, no puede menos que generar buenas expectativas sobre el resultado de la economía para el cierre del año. Se trata de una expansión real de más de dos dígitos.

Sin embargo, no parece haber sensación de tal nivel de crecimiento entre todos los actores económicos. Y esto es porque el dato del 11,8% no es una lectura completa de la situación económica. Detrás del nivel de expansión están ciertas condiciones y factores que no será fácil que se repitan y que no son iguales en cada sector de la economía. Hay una gran heterogeneidad en el crecimiento.

En primer lugar, cabe aclarar que en el caso específico del dato del segundo trimestre, se trata de un número que se consigue en un período en el que la comparación interanual se hace contra un año en el que hubo destrucción del producto. Por lo tanto, se trata en realidad de una tasa en la que hay una gran proporción de recuperación con respecto de la caída del año anterior.

A su vez, al analizar el crecimiento por sectores, del lado de la oferta, encontramos que el agro se expande a unas tasas históricamente altas. El impulso que hace este sector a la economía en general lo motoriza la ya conocida cosecha récord y un factor que es de gran importancia en este sentido: cada unidad producida por el agro en este año contiene un mayor valor agregado debido a la falta de inversión registrada en el sector. Esto, por su parte, empuja con mucha fuerza a la actividad del comercio y a la actividad del transporte.

Por su parte, en la industria la heterogeneidad también es la norma. Pese a que el dato de la expansión en general es igualmente elevado, dentro de la industria encontramos sectores con grandes diferencias. Cerca del 80% del crecimiento de la industria en este año lo explica el avance de la producción de autos y la siderurgia. Sin estos sectores, la producción industrial crece sólo al 1,2%, en contraste con la tasa de entre el 9 y el 10% que indican las mediciones generales.

En la revisión más abierta del resto de los rubros de la industria se advierte que otro sector que empuja es el textil, que había mostrado una fuerte caída el año pasado. En tanto que nada menos que en tres tipos de actividades se verificaron mermas. Se trata de alimentos y bebidas, los productos del tabaco y la refinación de petróleo.

Del lado de la demanda, el empuje está asociado al despegue del consumo. Un impulso que a su vez se vincula con una mejora de las expectativas sobre la estabilidad de los mercados financieros, un tipo de cambio estable, la aceleración de la inflación y la suba de los salarios. Y todo de la mano de un gobierno que impulsa la demanda mediante una política de elevada liquidez y de expansión fiscal.

Para el tercer y cuarto trimestres no vamos a observar las tasas de crecimiento interanual como las registradas en los datos del segundo trimestre. Sin embargo, con la expansión registrada en el primer semestre se garantiza que el 2010 cerrará con una expansión del 8,5%, lo que deja un arrastre importante para el año que viene.


FUENTE: abeceb.com

Un falso dilema frente a la creciente inflación

Por Roberto Cachanosky
Al 10 de septiembre del año pasado había un stock de circulante de $ 82.833 millones. Al 10 del actual los pesos en circulación alcanzaron los 107.559 millones. Pero, al mismo tiempo, el stock de Lebacs, Nobacs y pases del Banco Central (deuda de corto plazo) pasó de $ 52.000 millones a $ 78.000 millones. Es decir, en un año no sólo el circulante creció el 30% sino que, además, el stock de deuda de corto plazo, para esterilizar parte de la emisión monetaria, se disparó en un 50% mientras que las reservas, en el mismo período, sólo crecieron el 12%.

A principios de este año, por cada dólar de reserva del BCRA había $ 4,29 de base monetaria amplia (circulante + encajes bancarios + Lebacs, Nobacs y pases). En agosto esa relación llegó a $ 4,94 y al 10 de septiembre se ubicaba en $ 4,99. Es decir, el BCRA, emitiendo moneda y tomando deuda para financiar al tesoro está deteriorando seriamente su patrimonio neto. Los pasivos le crecen más rápido que el activo. Y como contrapartida de esta depreciación de la moneda se observa una tasa de inflación que tiende a acelerarse. Es más, si uno observa la tasa de inflación sin tomar en cuenta los productos que tienen variaciones estacionales como ciertas verduras, frutas o servicios como el turismo, verifica que la inflación de los bienes y servicios que no tienen estacionalidad en sus precios suben más que si se incluye los bienes con estacionalidad. Esto nos refleja que hay una inflación con un piso mucho más sólido que no depende del precio de la carne, del zapallito o de las naranjas. Aquí estamos frente a un problema inflacionario agudo que tenderá a ser más agudo si el BCRA insiste con empapelar la economía bajo el argumento de no querer enfriar la economía.

En rigor, la economía terminará enfriándose por caída del salario real ante la suba de la tasa de inflación, y es altamente probable que este escenario de menor actividad lo veamos en los próximos meses, dado que la depreciación del peso continuará y difícilmente le quede mucho margen a la gente para seguir endeudándose con las tarjetas de crédito al ritmo que lo vino haciendo.
Cuando se plantea la necesidad de frenar el proceso inflacionario que está escalando, siempre aparece la misma pregunta: ¿entonces hay que enfriar la economía? Este planteo es un falso dilema porque uno puede expandir la economía creando las condiciones para generar inversiones, con el beneficio que esas inversiones crean nuevos puestos de trabajo, mejoran la productividad de la economía y permiten aumentos de salarios reales sostenibles en el tiempo y mayor consumo futuro. Un círculo virtuoso.

Un falso dilema frente a la creciente inflación
Foto: Archivo
Por otro lado, las actuales condiciones internacionales en que los precios de los commodities se mantienen altos y Brasil tiene un dólar barato permitirían pasar, sin grandes traumas, de la actual aceleración inflacionaria con destino conocido, a un proceso de crecimiento sólido.

El dilema no es si para frenar la inflación hay que enfriar la economía. El dilema pasa por otro lado, apostar al crecimiento de largo plazo versus la fiesta de consumo presente basada en el artificio de empapelar de billetes la economía con la consiguiente crisis que ya se siente con intensidad en cada ida al supermercado que hace la gente. Justamente los bienes que más están aumentando son los alimentos. En los primeros ocho meses de este año el rubro alimentos y bebidas creció el 27,5%. Esto indica que, por privilegiar las necesidades electorales del oficialismo, lo que se está haciendo es recaer el peso de la mayor tasa de inflación sobre los sectores de menores ingresos, lo cual parece un contrasentido: castigar a los más pobres con el impuesto inflacionario y esperar su voto. Y es un contrasentido porque finalmente el Gobierno no tiene otra opción que la actual. El Gobierno ha caído sólo en su propia trampa económica. Basta con ver la última encuesta del Índice de Confianza del Consumidor y se verifica que la caída de la confianza del consumidor se produjo con mayor intensidad en el Gran Buenos Aires en septiembre. Y también es en el Gran Buenos Aires donde se verifica una muy fuerte caída de expectativas económicas de corto plazo, siendo más alta la caída que en la Capital y que en el interior del país. Es decir, los sectores más humildes ya sienten intensamente los efectos de la política pro inflacionaria del Gobierno.

El falso dilema de enfriar la economía para frenar la inflación es falso porque hay salida vía la inversión y las exportaciones. El problema es que ni el Gobierno tiene intenciones de tomar ese rumbo ni está en condiciones de hacerlo por el ambiente de caos institucional que ha generado y sigue generando. Sus reiterados desprecios por los fallos de la Justicia cuando no son favorables al paladar del oficialismo, su actitud de confrontación incluso con la misma Corte y el continuo ataque a la propiedad privada le impiden tomar el camino del crecimiento basado en inversiones y exportaciones. Su desprecio por la propiedad privada asusta hasta al más audaz en materia de inversiones. Dada esta actitud espanta inversiones, sólo le queda la opción de ir ajustando al sector privado, perjudicando básicamente a los sectores de menores ingresos con más impuesto inflacionario.

Si uno suma la falta de inversiones para crear puestos de trabajo para absorber la mano de obra desocupada más la que se incorpora todos los años al mercado laboral y le agrega esta política monetaria claramente inflacionaria, está frente a un modelo de exclusión social, por más que en los discursos se sostenga otra historia o se pretenda ponerle un parche a la pobreza y la desocupación mediante planes sociales que más que darle dignidad a la gente la denigran al no tener la posibilidad de poder sostener a su familia con el fruto de su trabajo.

En síntesis, el dilema no es enfriar para frenar la economía. El dilema es inversiones, más trabajo y dignidad o inseguridad jurídica, escasas inversiones y una población humillada que tiene que sobrevivir de la dádiva del gobernante de turno.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Mitos y realidades del negocio propio

Son muchos los emprendedores que suelen poner su foco en el producto en lugar de dirigirlo hacia el mercado, y este error de enfoque encierra un fuerte peligro para la buena salud del negocio ¿Cuáles son las claves?


Son muchos los emprendedores que suelen poner su foco en el producto en lugar de dirigirlo hacia el mercado, y este error de enfoque encierra un fuerte peligro para la buena salud del negocio.

Para iniciar o mantener un emprendimiento comercial no alcanza únicamente con tener un buen producto, porque siempre está latente el riesgo de enamorarse ciegamente del producto o servicio; y esta ceguera puede hacer suponer al emprendedor que la gente correrá a comprarlo en cuanto lo conozca.

Pero la realidad de los clientes es otra, ellos compran para satisfacer necesidades. En consecuencia, el emprendedor tiene que definir la empresa desde el punto de vista del cliente: aquella persona que está dispuesta a pagar una cantidad de dinero para resolver una necesidad o satisfacer un deseo. Dicho de otro modo, el mercado es un conjunto de potenciales clientes que tienen necesidades insatisfechas y cuentan con los recursos suficientes para pagar por resolverlas.

¿Cuál entonces la primera tarea de un emprendedor?

Identificar el mercado para desarrollar su negocio proporcionando productos o servicios. La información que debe recabar debe considerar los siguientes aspectos:

• Tamaño: volumen de ventas, número de clientes
• Tendencia: crecimiento, decrecimiento, estancamiento.
• Productos / servicios que se están ofreciendo (sustitutos y complementarios).
• Sistemas de distribución vigentes.
• Competidores (identificación de los mismos, de sus fortalezas y debilidades).
• Estacionalidades (épocas de mayor actividad y épocas de menor actividad).


El paso siguiente es segmentar para evitar manejarse con un mercado objetivo demasiado difuso como para ser abordado con éxito. Hay que tratar de clasificar a los potenciales clientes según diversos atributos, como por ejemplo, capacidad de compra, localización geográfica, rango de edad, etc. Esto ayuda a determinar si el producto o servicio se adapta a sus necesidades y deseos.


Estas tareas previas son sólo algunas de las que deben volcarse al Plan de Negocios. Este plan es multipropósito: es imprescindible a la hora de buscar recursos, ayuda a reflexionar sobre lo que se pretende hacer, establecer en qué posición se encuentra el negocio y hacia dónde se dirige. El emprendedor tiene que tener en claro que el plan de negocio es un mapa de lo que piensa que será el camino a seguir desde un punto de partida hacia determinadas metas prefijadas. No es un tratado científico inmodificable sino que actúa como un norte que debe adaptarse al dinamismo que imponen el mercado y la coyuntura política y económica.

La clave consiste en orientarse al mercado; así, en lugar de desarrollar un producto o servicio y luego buscar un mercado que lo compre. “El camino es arduo pero pocas cosas son tan satisfactorias como emprender un sueño y convertirlo en realidad. Vivir de lo que te hace feliz, es la verdadera riqueza”, indicó el CP Marcelo Bondoni – Presidente de Eglobal Argentina.

El problema fiscal y la cuestión inflacionaria

Desde Eglobal Argentina – Economía & Finanzas se analiza un Informe Económico de Coyuntura elaborado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El debate político que en la actualidad se expresa en nuestro país tiene, desde el punto de vista económico, su epicentro en la cuestión fiscal. El problema básico consiste en el creciente deterioro que se observa desde hace tres años en el superávit fiscal primario, como consecuencia de un crecimiento del gasto público sensiblemente superior al incremento de los ingresos tributarios.


Frente a tal escenario y sin acceso a los mercados voluntarios de crédito, el gobierno ha recurrido a distintas alternativas de fondeo, para hacer frente al pago de los compromisos derivados de los vencimientos de la deuda pública. Desde el frustrado incremento de las retenciones a la exportación de granos, continuando con la estatización del sistema previsional de capitalización (AFJP) y, más recientemente, aumentando los adelantos transitorios y giro de utilidades del Banco Central, ampliando la financiación permitida a través del Banco Nación y utilizando recursos de la Anses. De este modo, se logró hasta el año 2009 cumplir con los requerimientos de la deuda.


De cara al año 2010, como es conocido, el gobierno planteó la posibilidad de utilizar parte de las reservas internacionales de divisas, como alternativa complementaria de financiación a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). Más allá del conflicto político y jurídico que ello ha provocado, lo concreto pasa por observar la magnitud de los compromisos financieros y la evaluación del efecto sobre el conjunto de la economía, de los distintos mecanismos que podrían utilizarse para asegurar la capacidad de pago.


Los compromisos de la deuda a cargo de la Tesorería -amortización más intereses- para el corriente año, excluidas las obligaciones con otros organismos del propio sector público y suponiendo la refinanciación plena por parte de los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, BID y otros), ascienden a un monto algo superior a u$s 10.000 millones. En principio, con los instrumentos financieros usados hasta ahora -especialmente en 2009- es factible hacer frente, ajustadamente, a las erogaciones respectivas.


Pero tal proyección es muy sensible a lo que finalmente acontezca, por una parte, con la magnitud del superávit fiscal primario (y ello depende del ritmo de expansión del gasto público) y por otra, con las necesidades financieras de las provincias. Por tal razón, ambos temas -gasto público y requerimientos de las provincias- están en el centro del debate económico y político actual. Por otro lado, es indudable, entonces, que la posibilidad de usar parte de las reservas internacionales de divisas le otorga al gobierno mayores grados de libertad para moverse en esos dos temas. También la reapertura del canje de deuda con los “holdouts”, podría contribuir a un gradual acceso a los mercados voluntarios de crédito.


Otro aspecto relevante, que entre sus varios factores causales también incluye la cuestión fiscal, es el referido al desenvolvimiento del proceso inflacionario. En tal sentido, tanto las cifras oficiales del Indec como las estimaciones de analistas privados reconocen una aceleración en la suba de los precios, aunque discrepan sensiblemente en el rango de variación de los mismos. Así, por ejemplo, mientras el Indec registra un aumento de los precios al consumidor, en el primer bimestre del año, del 2,3%, los cálculos privados se ubican en un valor que es aproximadamente el doble de dicha proporción.


Por una parte, la inflación reconoce el impulso de un mayor consumo, en el contexto de un escenario de reactivación económica, circunstancia a la que no es ajena la expansión del gasto público. Por otro lado, se verifica una recomposición de precios relativos en favor de los productos alimenticios y muy especialmente, de la carne vacuna.


En tal escenario, además, comienzan las negociaciones paritarias, en un marco de intensificación de la puja distributiva y sin una pauta confiable en términos de la inflación esperada para el año en curso. El acuerdo ya alcanzado en el sector bancario, que estableció un incremento salarial para el corriente año de 23,5%, puede proyectarse como una referencia al respecto.


De todos modos, si el proceso de aceleración inflacionaria que se observa en la actualidad se consolida en los próximos meses, puede afectar el poder adquisitivo de los salarios. En tal caso, ello tendría impacto sobre la dinámica del crecimiento económico y, más específicamente, sobre la situación social, considerando el mayor aumento en los productos de la canasta alimenticia.


Por último, cabe señalar que, tanto la cuestión fiscal como el problema inflacionario, se desarrollan en una situación de reactivación de la actividad económica y en el marco de un elevado superávit esperado del comercio exterior, factores que constituyen un importante sostén para alejar las posibilidades de una eventual crisis económica. De todos modos, el contexto de incertidumbre imperante podría impulsar condiciones para reeditar un proceso de fuga de divisas, en el corto plazo, y postergar determinadas decisiones de inversión productiva, con mayores efectos hacia el mediano plazo.


En publicaciones anteriores, desde Eglobal Argentina nos preguntábamos: ¿Cuál es la receta para salir de este proceso inflacionario?: y la verdad es que la receta sigue vigente. Para atenuar las presiones inflacionarias por el lado de la demanda, se debería recuperar el círculo virtuoso que supo tener el país, con un superávit primario de 3% del PBI, a fin de asegurar la sustentabilidad del crecimiento económico. La insipiente reactivación económica va en ese sentido, aunque como decíamos al inicio del análisis, hay un creciente deterioro que se observa desde hace tres años en el superávit fiscal primario, como consecuencia de un crecimiento del gasto público sensiblemente superior al incremento de los ingresos tributarios.


Hay que trabajar en lo coyuntural, que implica devolver la confianza en las estadísticas, y en lo estructural, que requiere reducción del gasto y ajuste de tarifas. Con un adecuado equilibrio entre el fomento de la inversión, la eliminación de subsidios, disciplina fiscal, acuerdos de precios y de salarios, saneamiento del Indec, una política monetaria ordenada y reglas claras que permitan aumentar la producción, complementamos las recetas posibles para salir de este espiral inflacionario.